En la explicación de hoy se plantearon una serie de preguntas a las que creo
que hay que dar respuesta.
La primera de ellas fue: ¿Para qué
queremos maestros?
Muchos opinan que hoy en día con las
nuevas tecnologías y con Internet, el alumnos es capaz de organizar
su aprendizaje, tiene a su disposición un montón de información
sobre todos los temas que se enseñan en la escuela y sobre otros
temas de cultura general. Si esto es así, ¿por qué sigue habiendo
maestros? Pues bien, en mi opinión, siguen habiendo maestros porque
son necesarios para que los alumnos adquieran la competencia de
aprender a aprender de manera autónoma y así poder conseguir el
desarrollo cognitivo y personal adecuado. Para esto es necesario que
los profesores actualicen su metodología, estamos en una sociedad
que está evolucionando, y los maestros, como pilar fundamental de la
misma, tienen que evolucionar también. Deben incluir actividades
críticas aprovechando toda la información y las nuevas tecnologías
que tienen a su disposición.
Tampoco podemos pretender que Internet
sustituya al maestro, pues por mucha información que haya disponible
en la red, la función de un maestro no es solo enseñar
conocimientos. Como ya señaló Tebar (2003), las funciones del
docente son más amplias, y son las siguientes:
- Es un experto que domina los contenidos, planifica (pero es flexible)...
- Establecer metas: perseverancia, hábitos de estudio, autoestima, metacognición...
- Regular los aprendizajes, favorecer y evaluar los progresos; pues su tarea principal es organizar el contexto en el que se ha de desarrollar el sujeto, facilitando su interacción con los materiales y el trabajo colaborativo.
- Fomentar el logro de aprendizajes significativos, transferibles...
- Fomentar la búsqueda de la novedad: curiosidad intelectual, originalidad. pensamiento convergente...
- Potenciar el sentimiento de capacidad: autoimagen, interés por alcanzar nuevas metas...
- Enseñar qué hacer, cómo, cuándo y por qué, para ayudar a controlar la impulsividad.
- Compartir las experiencias de aprendizaje con los alumnos: discusión reflexiva, fomento de la empatía del grupo...
- Atender las diferencias individuales.
- Desarrollar en los alumnos actitudes positivas: valores...
- Motivar al alumnado.
- Facilitar información.
Otra pregunta fue: ¿Los valores de
la familia, por ser lo valores de la familia, deben ser respetados?
Para reflexionar
sobre esto se nos presentó el siguiente vídeo:
Creo que el vídeo
da respuesta a la pregunta. No se deben respetar valores que incitan
al robo, al no respeto de las normas, al fomento de la violencia...
pues un niño creciendo con dichos valores no llega a ser “educado”,
se puede convertir en un delincuente o incluso en un asesino como el
protagonista del vídeo.
La familia es un
elemento muy importante tanto en la sociedad como en la educación,
por eso debemos hacer que los padres se involucren en la educación
de sus hijos, y para bien. Con la labor del docente no basta, deben
ser los padres los que continúen con dicha labor, para que los
alumnos reciban la mejor educación posible.
Para terminar la clase se hizo referencia al
libro de Paulo Freire: Pedagogía de lo oprimido
Una
verdadera revolución social exige organización, pero no en la forma
vertical de los opresores. “Si para la élite dominadora la
organización es la de sí misma, para el liderazgo revolucionario la
organización es de él con las masas populares”.
La
organización de las masas populares en clases es el proceso a través
del cual el liderazgo revolucionario, a quienes, como a las masas, se
les ha prohibido decir su palabra, instauran el aprendizaje de la
pronunciación del mundo. Aprendizaje que por ser verdadero es
dialógico. Al reflexionar sobre esta síntesis cultural, Freire
rechaza la situación de la cultura dominante, donde los
privilegiados son los actores y los demás son meramente
espectadores. “En la síntesis cultural, donde no existen
espectadores, la realidad que debe transformarse para la liberación
de los hombres es la incidencia de la acción de los actores”. Y
prosigue señalando que “la invasión cultural, en la teoría
antidialógica de la acción, sirve a la manipulación que, a su vez,
sirve a la conquista y ésta a la dominación, en tanto la síntesis
sirve a la organización y ésta a la liberación”.
En
conclusión, Freire admite que no tiene mucha experiencia en “el
campo revolucionario”, pero ello no le “imposibilita reflexionar
sobre el tema”; y termina señalando que “si nada queda de estas
páginas, esperamos que por los menos algo permanezca: nuestra
confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación
de un mundo en el que sea menos difícil amar”. El hecho de que
este libro siga siendo estudiado treinta y cinco años después de su
primera publicación prueba que nos quedó mucho más de lo que
Freire esperaba.
Para
Freire la educación debe conducir a la persona al descubrimiento y
concientización de su contexto histórico, a la crítica de su
realidad y a la intervención transformadora de ésta. Este proceso
lo debe asumir la educación como práctica liberadora a través del
diálogo que permite la interacción del educando con el educador y
su realidad.
(Información obtenida de:
http://www.minkacps.org/spip.php?article32
)
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