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viernes, 13 de abril de 2012

Reflexión (10/04/2012)



    En la explicación de hoy se plantearon una serie de preguntas a las que creo que hay que dar respuesta.

    La primera de ellas fue: ¿Para qué queremos maestros?

    Muchos opinan que hoy en día con las nuevas tecnologías y con Internet, el alumnos es capaz de organizar su aprendizaje, tiene a su disposición un montón de información sobre todos los temas que se enseñan en la escuela y sobre otros temas de cultura general. Si esto es así, ¿por qué sigue habiendo maestros? Pues bien, en mi opinión, siguen habiendo maestros porque son necesarios para que los alumnos adquieran la competencia de aprender a aprender de manera autónoma y así poder conseguir el desarrollo cognitivo y personal adecuado. Para esto es necesario que los profesores actualicen su metodología, estamos en una sociedad que está evolucionando, y los maestros, como pilar fundamental de la misma, tienen que evolucionar también. Deben incluir actividades críticas aprovechando toda la información y las nuevas tecnologías que tienen a su disposición.

    Tampoco podemos pretender que Internet sustituya al maestro, pues por mucha información que haya disponible en la red, la función de un maestro no es solo enseñar conocimientos. Como ya señaló Tebar (2003), las funciones del docente son más amplias, y son las siguientes:


  • Es un experto que domina los contenidos, planifica (pero es flexible)...

  • Establecer metas: perseverancia, hábitos de estudio, autoestima, metacognición...

  • Regular los aprendizajes, favorecer y evaluar los progresos; pues su tarea principal es organizar el contexto en el que se ha de desarrollar el sujeto, facilitando su interacción con los materiales y el trabajo colaborativo.

  • Fomentar el logro de aprendizajes significativos, transferibles...

  • Fomentar la búsqueda de la novedad: curiosidad intelectual, originalidad. pensamiento convergente...

  • Potenciar el sentimiento de capacidad: autoimagen, interés por alcanzar nuevas metas...

  • Enseñar qué hacer, cómo, cuándo y por qué, para ayudar a controlar la impulsividad.

  • Compartir las experiencias de aprendizaje con los alumnos: discusión reflexiva, fomento de la empatía del grupo...

  • Atender las diferencias individuales.

  • Desarrollar en los alumnos actitudes positivas: valores...

  • Motivar al alumnado.

  • Facilitar información.

    Otra pregunta fue: ¿Los valores de la familia, por ser lo valores de la familia, deben ser respetados?

    Para reflexionar sobre esto se nos presentó el siguiente vídeo:




     Creo que el vídeo da respuesta a la pregunta. No se deben respetar valores que incitan al robo, al no respeto de las normas, al fomento de la violencia... pues un niño creciendo con dichos valores no llega a ser “educado”, se puede convertir en un delincuente o incluso en un asesino como el protagonista del vídeo.

     La familia es un elemento muy importante tanto en la sociedad como en la educación, por eso debemos hacer que los padres se involucren en la educación de sus hijos, y para bien. Con la labor del docente no basta, deben ser los padres los que continúen con dicha labor, para que los alumnos reciban la mejor educación posible.


    Para terminar la clase se hizo referencia al libro de Paulo Freire: Pedagogía de lo oprimido

    Una verdadera revolución social exige organización, pero no en la forma vertical de los opresores. “Si para la élite dominadora la organización es la de sí misma, para el liderazgo revolucionario la organización es de él con las masas populares”.

     La organización de las masas populares en clases es el proceso a través del cual el liderazgo revolucionario, a quienes, como a las masas, se les ha prohibido decir su palabra, instauran el aprendizaje de la pronunciación del mundo. Aprendizaje que por ser verdadero es dialógico. Al reflexionar sobre esta síntesis cultural, Freire rechaza la situación de la cultura dominante, donde los privilegiados son los actores y los demás son meramente espectadores. “En la síntesis cultural, donde no existen espectadores, la realidad que debe transformarse para la liberación de los hombres es la incidencia de la acción de los actores”. Y prosigue señalando que “la invasión cultural, en la teoría antidialógica de la acción, sirve a la manipulación que, a su vez, sirve a la conquista y ésta a la dominación, en tanto la síntesis sirve a la organización y ésta a la liberación”.

     En conclusión, Freire admite que no tiene mucha experiencia en “el campo revolucionario”, pero ello no le “imposibilita reflexionar sobre el tema”; y termina señalando que “si nada queda de estas páginas, esperamos que por los menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar”. El hecho de que este libro siga siendo estudiado treinta y cinco años después de su primera publicación prueba que nos quedó mucho más de lo que Freire esperaba.



     Para Freire la educación debe conducir a la persona al descubrimiento y concientización de su contexto histórico, a la crítica de su realidad y a la intervención transformadora de ésta. Este proceso lo debe asumir la educación como práctica liberadora a través del diálogo que permite la interacción del educando con el educador y su realidad. 


(Información obtenida de: http://www.minkacps.org/spip.php?article32 )

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